jueves, 19 de enero de 2006

Sin título

¡No tienes arreglo, emperatriz! Te he dicho mil veces que no te excedas en tu gallardía haciendo tantos planes que luego se quedan huecos por dentro, como una cáscara de huevo que guarda un pollo en potencia. Y no te arriesgues a construir tantos castillos en el aire (ladrillo a ladrillo, con una constancia sobrehumana) que luego acaban derrumbándose y se quedan en ruinas de proyectos. Y tampoco te conviertas en la esclava del reloj, no mires tanto el calendario, ni utilices tantas subordinadas adverbiales de tiempo. (Cuando pasen los examenes, cuando mejore un poco el tiempo, en cuanto llegue la primavera...) Y no te inventes un valse improvisado con música de violines o de saxofones del amor. Céntrate mejor en la zancada presente, en el acordeón afrancesado que te va marcando el paso, simplemente ve recogiendo los estímulos sensoriales que se te cruzan de repente, y luego si quieres, atesórarlos, pero brevemente, y a continuación, deséchalos, y concentra tu atención en la zancada inmediata, la corchea inmediata (la de ahora, no la que viene diez compases más adelante), el gorrión inmediato o el abrigo morado inmediato. Y sobre todo (nótese ya de paso la violentísima polisíndeton, otra fuente más de lo sublime. ¡Pseudo Longino estaría tan orgulloso!) Sobre todo, no debes elegir la siguiente canción de la banda sonora original (la tuya personal, la de Freddy Mercury saliendo de la Facultad de Filosofía y Letras) antes de que toque, no pases de pista antes de tiempo, que además, eso gasta más pilas.

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