Novena entrega de greguerías

Greguerías por llamarlas de alguna forma...Estas de hoy no creo ni que lleguen a la categoría de conatos de greguerías (que es lo que normalmente suelen ser). Yo diría que son idas de pinza sin más. Y algunas no están muy allá. Pero prometo que la próxima entrega será mejor. Es que estoy otra vez con crisis de inspiración, planeando un nuevo viaje a la Fuente Castalia para visitar a las musas (lo digo por si a alguien le interesa venirse).

No nos damos cuenta, pero cuando cruzamos la calle por el paso de cebra estamos caminando sobre una greguería.

Los cardenales salieron del cónclave empapados.
De tanto oírse a sí mismo una y otra vez, el disco se quedó rayado.

¿Existe mayor sinestesia en el lenguaje cotidiano que decir que algo huele a rayos? (¿Alguien es capaz de decirme cómo huelen los rayos?)

Aquí la gaviota soy yo, y tú te callas. (Frase que la gaviota dice a la paloma, dado que su condición de gaviota se lo permite. Cortesía de mi hermano).

Era tan penca que se puso la sudadera para ir a la sauna.

Las amazonas...¡Qué despechadas! (Cortesía de Haizea).

Deberíamos replantearnos el emplear el término inodoro para referirnos al lugar donde depositamos las heces.

Me bebí de un sólo trago todos los fonemas líquidos del español y se me estuvieron repitiendo eles y erres toda la tarde.

¡Pobre sirenita si levantara la cabeza y viera que su nombre ha pasado a convertirse en un vulgar detergente!