miércoles, 27 de octubre de 2010

Semper aliquid novi

El viernes pasado tuve la primera clase de francés de este año.

El profesor es muy bueno, además de simpático. Me causó buenísima impresión. Nos hizo presentarnos y hablar un montón. Además, hay que añadir la ventaja de ser muy pocos en clase, con lo cual todo se hace mucho más dinámico y fluido, lo que es de agradecer en una clase de idiomas.

En una de las actividades teníamos que escribir tres adjetivos (o sintagmas adjetivales, pensé yo), que diesen cuenta de cómo nos sentíamos. Yo pensé que se refería a cómo nos sentíamos en este momento de nuestras vidas y escribí:

nerveuse
un peu perdue

ennuyée


(Claro que esa mañana no estaba yo demasiado positiva).

Pero entonces el profesor nos dijo que los adjetivos debían referirse a cómo nos sentíamos justo en ese preciso momento de empezar la clase.
Entonces escribí:

motivée
enthousiaste

amusée

Mil veces mejor.

En otra actividad teníamos que sacar tres objetos de nuestros bolsos y bolsillos, describirlos y decir por qué eran necesarios o importantes para nosotros. Yo saqué mi abono, mi libro de turno y el móvil. Estuve a punto de sacar el botecito de las pasifloras (o pastifloras), pero afortunadamente me contuve a tiempo. Con decir que mi perra sabía hacer el pino estuvo bien para el primer día de clase.

Salí de la clase con muy buen sabor de boca, con la sensación de haber aprendido y con ganas de aprender mucho más...Lo cual no está nada mal en medio de tanta clase boloñizada y aburrida.

Por el camino de vuelta a casa fui pensando en los nombres de mi compañer@s y me puse a pasar revista a las personas con nombres raros o curiosos con las que he compartido clase últimamente: Zoraida, Flavia, Odile, Azahara, y el nuevo de ese día: Enebral. Claro es que a mí me encantan los nombres raros, si no fuese por lo poco manejables que resultan a la hora de llevar puestos en la vida cotidiana...

2 comentarios:

Christian Ingebrethsen dijo...

Me alegro mucho de que estés tan a gusto en clase, a mí también me suelen gustar los nombres raros aunque hay que reconocer que algunos como Miosotis, Zaira o Hermenegildo son feísimos.

Besos.

La Penca dijo...

Christian Ingebrethsen: Sí, la verdad es que no suenan demasiado bien...Jeje... Mala suerte que a sus padres le gustasen... Un beso :)