jueves, 16 de diciembre de 2010

Viaje a Liliput

"Bien podía antojársele a la fotuna hacer que los liliputienses encontrasen una nación que fuese respecto a ellos lo que ellos a nosotros..."
J. Swift, Los viajes de Gulliver.

Hoy es el 235 aniversario del nacimiento de Jane Austen, una escritora que a mí me gusta mucho, especialmente por su novela de Orgullo y prejuicio. Lo he sabido, como otras veces, gracias a la página de Google, donde aparece el logotipo del buscador con una bonita imagen de (quizá) Miss Lizzy Bennet y Mr. Darcy delante de una campiña inglesa.

Aprovecho la coyuntura para hablar hoy un poco de literatura, directa y expresamente, y no de pasada, como hago otras veces. No voy a referirme en esta ocasión a Jane Austen, sino a Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Hace unos días acabé de leerlo, y me he llevado una grata sorpresa con él. No empecé a leerlo con demasiadas expectativas o, más bien, no esperaba encontrarlo ni bueno ni malo, sino solamente, entretenido.

Pero he encontrado que no sólo es un libro divertido y de una extraordinaria calidad literaria, sino que, además, encierra una enorme ironía y ofrece una mordaz sátira de los vicios y defectos más llamativos de la sociedad inglesa y europea del siglo XVIII (muchos de los cuales, por cierto, están de plena actualidad).

Claro que, como buen clásico, es un libro complejo, si de verdad lo leemos detenidamente y en profundidad, y por ello, además, es una novela que ofrece varias lecturas. Una de ellas es la del periplo de Gulliver por todos esos mundos fantásticos, donde los habitantes son enanos o gigantes, o caballos. Pero bajo esa lectura amena y aparentemente inocua, está la crítica feroz al género humano. Y es que Gulliver, al verse a sí mismo, y por ende, a los suyos, desde fuera y con ojos de extranjero, cae en la cuenta de la relatividad de todas esas cosas que se dan por hecho. Y es que, ¿no es acaso el enano Gulliver en la tierra de los gigantes y el gigante en el país de Liliput? ¿No es igual de insignificante que cualquier yahoo o cualquier hormiga?

Y sobre todo, mejor que nada, es la capacidad que tiene, como todo buen libro, para ser distrutado y tener sentido en cualquier momento en que tengamos las suerte de abrir sus páginas. No es casualidad que haya pervidido hasta nuestros días y se haya convertido en una clásico de todos los tiempos.

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Hablando de todo un poco, anoche volví a soñar con agua. Esta vez cogía un metro en alguna estación desconocida, un metro donde yo viajaba sola y en completa oscuridad. El viaje acababa en la desembocadura de una cloaca, que vertía sus aguas al mar. Pero cuál fue mi sorpresa al ver que había allí una especie de jardín secreto, con piscinas, árboles frutales y un quiosco donde vendían deliciosos cruasanes y napolitanas de chocolate gigantes. No es la primera vez que sueño esto, y no sé si tendrá que vez con la perniciosa lectura de Sobre héroes y tumbas...

1 comentario:

Hadagris dijo...

La literatura acabará matándonos, como a don Quijote.