lunes, 1 de octubre de 2012

Nariz y orejas


Últimamente escribo poco...

Casi nunca estoy nerviosa. Muy pocas veces estoy triste. 

Sólo a veces me acuerdo de ti. He soñado mucho contigo estos días: que era mentira, que sólo estabas un poco malita y te habían puesto una inyección para que estuvieras un poco mejor, y que estabas otra vez en casa, como siempre. Saber algo malo es un poco como saber algo muy bueno: al principio parece simplemente increíble. Igual que cuando llegaste, un 24 de diciembre, en las navidades de 1999. Eras nuestro regalo, y recuerdo que el día 25, me desperté y fui a verte a la cocina, para ver que estabas, que tenías orejas, y patitas, y hocico. Fuiste indispensable ya después de pasar diez minutos con nosotros.

Me da la sensación de que entonces esto de los perros y sus dueños está mal montado. Que deberíamos criarnos con nuestro perro, crecer y acompañarnos el uno al otro hasta que los dos tuviésemos nuestros achaques y cataratas.

Pasa poco, pero pasa. ...
Necesito escribir menos: tengo a mi persona favorita.

1 comentario:

paula budge dijo...

Saludos... que siempre paso por acá ;)