lunes, 22 de julio de 2013

A lo hecho, pecho

El fin de semana es como una alucinación. Pasan los efectos, y vuelve la barriga a la virulé.

Me arrepentiré de tantas cosas. Lo sé. Y no hago nada para evitarlo.
Me arrepentiré de no haber pasado más tiempo con la tata, o con mis amigas, o con mis padres, de no haberles dicho que los quiero, de no haberme dejado llevar muchas más veces por lo que siento y lo que pienso...

Igual que mi padre se arrepentía de no haber dado más abrazos a su padre y cuando él estaba muerto le quiso dar todos los que le habían faltado, pero ya se había ido el calor de su cuerpo y los abrazos no eran nada.

Seguro que también se arrepiente ahora de no haber contemplado más atardeceres, más flores, más ojos, más mares, más jardines, más cosas bonitas que ahora ya se ven con otros ojos, o con el ojo que tenemos en la memoria.

Pero la memoria no es infalible y, como decía Antonio Machado, el ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, sino porque te ve.


No hay comentarios: