miércoles, 18 de enero de 2017

Pasa el tiempo

Van pasando los días, y ya, de vuelta en Madrid, parece que queda muy lejos Lisboa. Pero no por eso la echamos menos de menos (valga la redundancia). Recuerdo los últimos días en Lisboa, en junio, en pleno mes de las fiestas: superada la diarrea, nos lanzamos a las calles: la playa, los conciertos gratis en la Praça do Comércio y en el castillo, el arraial en la Mouraria, las tardes en los parques, los cafezinhos en el Jardim da Estrela, las últimas cenas con amigos, la excursión al palacio de Mafra y las últimas grandes comidas... ¡Adiós al arroz de tamboril, al bitoque, al polvo a lagareiro y a las bifanas!

Qué extraño el último día, cuando nos acompañaron nuestros amigos a Santa Apolónia y les dijimos adiós desde dentro del tren, como en las películas.

Después el verano, el mes de agosto en Madrid con la amiguita Itzi y su señora, la visita de los amigos portugueses, las fiestas de la Paloma, los días extenuantes pintando la casa, el viaje a La Palma...

Después el otoño, y las cosas nuevas que siempre trae, como mi nuevo gran hobbit: practicar krav maga. He descubierto que pocas cosas me ponen de tan buen humor y me dan un subidón tal que pasar 90 minutos en la clase corriendo, saltando, tirándome al suelo, dando patadas y puñetazos y demás. Mi próximo objetivo: el primer cinturón.

Además, en noviembre hicimos otra visita a Lisboa, y aprobé mi examen de portugués de C1.

Después el invierno, siempre largo, siempre tedioso, y a veces triste, sobre todo ahora que casi no quedan amigos en Madrid... Pero es parte del "devenir incesante" que es la vida, que diría la pena Itzi. Los Reyes se portan siempre bien. Novia me ha regalado un Atlas de Madrid, el DVD de Carol, una mantequillera (con una mantequilla dentro, claro), una máquina de hacer pasta y un llavero con forma de cerdito (mi animal favorito, después de la ardilla, el zorro, la cabra y el burro).

Además, hemos comprado un horno "de verdad", como personas mayores. Y novia y yo hemos añadido nuevas aportaciones a la decoración de casa, que era ideal hasta que se ha vuelto a inundar el cuarto de estar por culpa de la vecina.

Después, siempre vendrá la primavera y haremos nuestro viaje a Nápoles, e iremos a visitar a la pena Itzi, y a todos los amigos emigrados en Londres. Y después, mejor todavía, el verano.






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