El otro día me contó David la historia del autobús que lloraba...
...Lo vieron cuando iban de vuelta a su casa. Era de color verde fosforescente, con grandes ventanales y el techo amarillo amarillo como un submarino. Y sin embargo, ningún pasajero quería subirse a él, y los demás autobuses no le hablaban, todo porque ellos eran grises, y él de colores. Por eso él lloraba y lloraba. Su parabrisas no daba abasto con tanta lágrima.
A mí, la verdad, me dio tanta pena el pobre autobús que fui yo la que se echó a llorar a moco tendido. No miento en absoluto.
4 comentarios:
Ser diferente, sentirse diferente es duro hasta que aprendemos a que en la diferencia está lo que nos define y es por ende lo mejor de nosotros mismos.
Despues de la gran sorpresa de ayer, he tenido la suerte de que David nos contara esta historia en persona!!!!!!!
Pobre autobus, pero vigila tus emociones... jejeje estas fatal!!!!
Un beso penquita!!!
"...todo porque ellos eran grises, y él de colores. Por eso él lloraba y lloraba."
Me gusta tu imaginación :)
Eso también pasa aquí. A veces los más grises sonríen tanto en su ignorancia...
La envidia es muy mala, Penca, ya lo sabes. Las cosas grises... ¡a la mierda!
Bss
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