"Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible". Antonio Gamoneda.
Había una vez un ruiseñor risueño que gustaba de cantar a todas horas. Su nombre era Picopardo y vivía en un pequeño bosquejo de la Iberia meridional.
Su canto más que canto era una risa constante, una risa hermosísima, tan rítmica y tan dulce que parecía pura música. Y Picopardo, como era muy ruiseño, se reía hasta del aire. El mundo a su alrededor era una enorme fiesta.
Picopardo era muy admirado por esa cualidad, por esa irrefrenable carcajada que le salía a borbotes del pico y se derramaba por todas partes. Quién podía resistirse a su risa, a quién no subyugaba su prodigioso gaznate cantarín.
Pero bien es sabido que después de la risa viente el llanto, y un buen día la negra muerte se llevó la vida del buen ruiseñor. La alegría se acabó para siempre en el bosquejo, porque Picopardo se ahogó en su propio canto y no volvió a levantar cabeza.
Cuando, tras un arduo examen, los médicos hallaron la causa de tan repentina y misteriosa muerte, no dieron crédito: Picopardo se murió de risa.
6 comentarios:
JAJAJAJJAA! Me ha encantado María, buenísimoooo! Dsd luego yo eligiría esa forma d morir!!Todavía d pensarlo, m parto yo sola jajja!
Qué mejor forma de morir que morir feliz...un beso guapa
Mara: Jeje...Me alegro de que te haya gustado...Yo sin duda moriría como una ruiseñora :P Ósculos.
Pauline: Desde luego...Puestos a morirnos, mejor así, ¿no? Un beso...¿Has vuelto ya de vacaciones?
¿y quién no mataría por morir de risa?
^^ Un beso.
mmm ya que te tienes que morir si o si.. mejor de risa que de pena.. ¿no?
un beso.
Caperucita: ¡Y que lo digas! No le fue tan mal al ruiseñor ;) Gracias por comentar. Besos.
La bruja mala: ¡Desde luego! Ya puestos, yo por lo menos, preferiría morirme de risa...Saludos.
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